Lamentablemente, para poder hacer esto de forma efectiva, debemos hacer referencia a los hechos violentos que ocurren en reiteradas ocasiones en nuestro fútbol. No es nuestra intención hablar acerca de la violencia para satisfacer una especie de morbo existente en algunas partes de la sociedad que temina, tristemente, siendo una apología a estos hechos detestables, o publicar información de carácter sensacionalista, sino informar a los lectores y comunicarlos para que éstos no vuelvan a repetirse.
Esta especie de introducción/advertencia, se debe a que nada más ni nada menos que en el primer artículo de este blog nos referiremos a una situación violenta ocurrida en esta misma semana,
y es que el fútbol entero está siendo corrompido por algunos pocos, la minoría, afortunadamente, que manchan este deporte que tanto amamos.
Hace algunos años, los uruguayos podíamos llegar a pensar que la violencia en el fútbol estaba restringida solo a los cuadros grandes, Peñarol y Nacional, que, imitando penosos comportamientos de delincuencia de agrupaciones
de "barrabravas" de países cercanos -el ejemplo más claro es el de Argentina-, actuaban de manera casi impune cometiendo asesinatos, amenazas, y destrozos, entre otros crímenes, ante una sociedad que, si bien comenzaba a mirarlos con recelo, empezaba de a poco a acostumbrarse a esta situación.
Hoy, en 2015, el entorno futbolístico parece haber caído por completo. Uno de los valores acerca de los que los cuadros menores suelen jactarse con orgullo es el hecho de poder "llevar la familia a la cancha", hecho que con los cuadros grandes parece disminuir progresivamente.
Sin embargo, el pasado domingo 6 de setiembre, el encuentro entre el Danubio Fútbol Club y Defensor Sporting terminó en líos. Un partido que, en lo previo, y hablando estrictamente de lo futbolístico, se destacaba a partir de la calidad de los equipos, de su larga tradición y de ser considerado uno de los "clásicos de la modernidad", se cerró con una deplorable guerra de proyectiles, entre ellos piedras de gran tamaño, que impactaron en varios de los individuos presentes así como en los ómnibus que esperaban a las delegaciones de ambos clubes, además de contar con más de diez detenidos.
(lr21.com.uy) |
Podríamos dedicarnos a enumerar las posibles causas que originaron los conflictos: que el ómnibus de la guardia republicana pinchó una de sus ruedas y llegó más tarde de lo previsto, que los simpatizantes de Danubio insultaron constantemente a sus pares de Defensor durante el transcurso del encuentro, que a la salida un vendedor de entradas dejó abierta una de las puertas que debían mantenerse cerradas hasta que la parcialidad visitante, la de Defensor, se hubiera retirado por completo de las inmediaciones de la cancha en Maroñas. Sin embargo, todo esto se reduce a una simple cuestión: ¿qué pasa si, en lugar de justificar los actos violentos ofreciendo todo tipo de causas a modo de chivo expiatorio que buscan hacernos entender el origen de la violencia, no procedemos, en cambio, a preguntarnos por qué tuvieron la necesidad de recurrir a la violencia los individuos de las parcialidades, en primer lugar? ¿O será que estamos tan acostumbrados a este tipo de sucesos que ya los adaptamos como una parte "socializada" del día a día?
La idea de manifestar nuestra opinión, ya sea a través de este blog, o de las redes sociales, o manifestaciones públicas, por ejemplo, no es causar pánico en la sociedad ni tratar de victimizarnos como ciudadanos o resaltar la parte oscura del fútbol, sino todo lo contrario, buscar, como la descripción del mismo blog especifica, que el fútbol vuelva a ser tan solo fútbol, con todas las grandes cosas que eso conlleva.
Ojalá, la fecha que viene termine de forma pacífica, como siempre debe ser. Es fundamental que la gente del fútbol, dirigentes, jugadores, y nosotros, los simpatizantes, nos tomemos en serio el compromiso para lograrlo. Ojalá podamos parar esto, antes de que sea muy tarde.
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